30 julio, 2010

Welcome bAAAck


Un buen refrán que mi madre me repite mucho (y cada vez más) es "Quién no llora, no mama", y parece que me han escuchado llorar (la comparación con el refrán termina ahí... no ha pasado nada de mamar)

El otro día os comentaba mi desilusión de mi mayoría de edad a lo estadounidense y que la diversión del presente era un mero recuerdo de diversiones del pasado. Anoche no fue una excepción.

No recuerdo ni cómo, ni por qué pero ayer quedé con los jugadores de hace unos años. Nos pusimos a contar y llegamos a la conclusión de que hacía más de tres años que no nos veíamos, tres años en los que ha parecido que hemos cambiado, pero que después de unos cuantos cubatas, nos dimos cuentas que seguíamos siendo tan gilipollas como antes. Recordando niñatadas, gamberradas y peleas estúpidas, nos dimos cuenta que seguíamos siendo tres gilipollas, pero que sabíamos perdonar.

No recuerdo por qué nos peleamos o nos dejamos de hablar, solo sé que ayer volví a ser ese niño chico con 17 puntos en cartas con dos jugadores más que prometieron echar otras partidas; no sé por qué dejamos de ser amigos, ahora creo que eso nunca pasó.

Solo sé que ayer fui el gilipollas más feliz del mundo.

Álvaro Boldiszar Szilagi


28 julio, 2010

Black Jack


Hace unos cuantos días, cual perfecto Black Jack, me decidí a cumplir los 21 y llegué a la conclusión que lo perfecto aburre.

21 años... la edad suficiente para poder pegarte una buena borrachera en Las Vegas (legal, por supuesto)

Por si no sabéis de qué va el Black Jack (que lo dudo) lo resumo a grandes rasgos. Con una baraja francesa o inglesa (da igual porque es la misma) de la cual cada carta tiene su puntuación, el jugador debe llegar al valor de 21 sin pasarse, en el momento que supere ese valor, el jugador perderá. Gana el jugador que más se acerque al 21 con una cifra inferior, siendo, obviamente, el 21 una apuesta segura, o sea, la tranquilidad de la victoria.

Comparando mi vida con un Black Jack, me he dado cuenta que sw esa tranquilidad de la victoria no me gusta. Estoy llegando a esa tierra de nadie en lo que todo aburre y la poca diversión que tienes son lejanos reflejos de partidas anteriores.

¿Qué no daría yo por empezar la partida de nuevo!, el jugar con ese arriesgado 17-18 en el que mientras reparten las cartas a los demás temes a que alguien te supere en un punto o dos. Vivir dentro de ese síndrome de Peter Pan queriendo que todo el mundo pase del 21 menos tú. Esa inquietud de saber si pasarás o no. ¡Qué tiempos aquellos!

Aún recuerdo cuando éramos muchos jugadores y no dos o tres jugando sin ganas porque no tenemos nada mejor que hacer. ¿Dónde se quedaron esas partidas tontas en cualquier sitio, sin hora, ni tiempo, ni lugar? ¿en el recuerdo?, parece ser que sí...

Señoras, señores, un gusto haberlos conocido, pero el que está aquí quiere echar otra partida. Esta vez bebiendo cerveza y vestido de verde. Esta vez con nuevos jugadores. Esta vez sin saber si superaré el 21. Esta vez, me encargaré de alargar la partida. Esta vez no sé si ganaré.

Espero que cuando vuelva, os hayáis comprado una nueva baraja...

GAME OVER

Álvaro Sturgess

Hope is not more than a postponed disappointment
(La esperanza no es más que una decepción aplazada)