30 septiembre, 2013

El último día de mi año (y pico) sabático

Ni os imagináis las ganas que tenía de decir que ya se acaba mi año sabático, un año larguísimo, más de 400 días que han parecido 3000.

Todo empezó una calurosa mañana de septiembre del 2012, donde decidí que no quería dedicarme nunca más a la enseñanza después de un verano dando clases particulares. Sin plaza en el máster que yo quería hacer para enlazarlo con un doctorado y así terminar siendo profesor de traducción (o hacer algo relacionado con los subtítulos), decidí romper del todo con mi vida y, sí señores, decidí matricularme en Publicidad.

Mi sorpresa fue que desde que yo hice selectividad, allá por los años del 2008, las cosas habían cambiado un poco. Ya no se reservaban plazas para septiembre como se hacía antaño y si una carrera se llenaba en junio, no tenías posibilidad de acceder hasta el año siguiente (a menos que te metieras en la privada, pero no, la situación económica de mi casa me lo impedía con creces)

Dadas las circunstancias, mi madre me dijo (muy sabia ella): "¿por qué no te tomas un año sabático y aclaras las ideas?" (con intención de que recapacitara y terminara haciendo el máster de educación secundaria, cosa que a día de hoy todavía intenta convencerme) Le hice caso y decidí tomarme un año sabático, donde daría clases particulares para tener algo que hacer (en un principio sería mero entretenimiento) y así poder viajar y conocer un poco más de mundo (aunque creo que de eso no me podía quejar por aquella época, creo que he recorrido bastantes países).

Si bien, todo parecía perfecto, no lo fue.

Las clases particulares empezaron a aglomerarse entre todos los días de la semana. Lo que empezó por tres días a la semana, termino, en algunos casos, cogiéndome incluso los fines de semana por la mañana. Los precios que tenía y la fama que me fui creando de que todos aprobaban conmigo (fama merecida, no por echarme flores, pero sí que es verdad que aprobaban) provocaron esto, pasando a ser las clases particulares, más que un entretenimiento, mi principal ocupación y, ¿por qué no decirlo?, preocupación.

La alta ocupación horaria me impidió cumplir uno de mis motivos principales, viajar (en un año solo hice dos viajes: mi amada Granada y Düsseldorf (Alemania). No está mal, pero teniendo en cuenta que quería dedicar el año a viajar, me parece insuficiente. Eso sí, la otra razón del año sabático se cumplió con creces, despejar dudas, me despejó por completo que no quiero aguantar a niños con hormonas preadolescentes y mucho menos convencerles de por qué debe aprender un idioma extranjero.

Aun así, no todo fue tan malo como parecía. Ya publiqué en mi cuenta de Facebook que el 2013 y yo nos íbamos a llevar muy bien y (salvo algunos achaques) todo ha ido sobre ruedas.

La relación con mis amigos se ha terminado de asentar completamente, había bastantes altibajos, pero creo que ya todos tenemos la madurez suficiente como para aceptar cómo somos y por qué actuamos así. Todos hemos tomado nuestro camino sin olvidar quiénes son nuestros mejores amigos, los amigos de toda la vida, los que te conocen como nadie más te conocerá  y los que, porque te quieren, te han dejado tomar el camino en solitario.

Durante este año sabático, me he enamorado dos veces, la primera vez, intensamente, se vivió en dos partes de las cuales salí bastante escaldado; y la segunda vez, ¿cómo decirlo? ¿conocéis esa sensación de "¿cómo he podido decir alguna vez en mi vida que he estado enamorado si nunca he sentido esto?" o "Solo dar las gracias a todos mis exs que me han dejado, porque si no, nunca hubiera sido así de feliz en mi vida" pues eso. Yo sabía que el 2013, a pesar de parecer un número gafado, me iba a tratar bien y no hay mejor manera de terminar este año sabático que de la mano de esa persona.

Finalmente entré en Publicidad, no exactamente dónde quería, pero he entrado en una doble titulación: "Publicidad y Relaciones Públicas + Márketing e investigación de mercados"  como siga así voy a tener más títulos que la Duquesa de Alba.

Dicho esto y habiendo hecho un repaso a rasgos muy grandes de mi año sabático, solo queda autodesearme que este año vaya, al menos, igual de bien que ha ido estos últimos meses y que llegue por fin el momento en el que este blog deje de llamarse "La aburrida vida de un filólogo" a "La maravillosa vida de Álvaro"

Mi nombre es @AlvaroScando
y nos vemos en más blogs.
O no...


04 agosto, 2013

Si dios fuera móvil y móvil es Vodafone

Me atrevo a escribir esta entrada por petición de mi querida amiga Cristina H.M. (a.k.a. Cristy Peta Zetas), so pena de plagio en el caso de que yo no lo hiciera.

Primero he de poneros en situación:
Hoy, en una de las tantas conversaciones inoportunas que mis amigos y yo tenemos por esos queridos grupos de Whats_app hablábamos sobre si dios se "ofendería" en el caso de que una persona perteneciera a dos religiones distintas, es decir, si una persona se hubiera autohumillado en dos procesos de bautismo diferentes.

Yo, que siempre tengo que opinar aunque no tenga ni idea, le dije que (en el caso que hablábamos específicamente) no debería, porque una persona que fuese cristiana y evangélica (vuelvo a repetir, que pase por sendos procesos de bautismo) haría que dios se sintiera querido igualmente, pero desde puntos distintos. Como la situación no se quedaba clara, procedí a hacer esta reducción (no tan) al absurdo:

Para empezar, a dios le daría igual porque no existe, por lo tanto no puedes ofender a un ser inexistente, sería como ofender al día miércoles, es decir, vamos a abrir un tema de debate sobre una posibilidad, como hacen los matemáticos cuando hablan del número "i", hablamos sobre algo que sabemos que va a ser de utilidad cero, pero hablamos para dar la lata.

Supongamos que dios existiese:
Para hacer una comparación rápida y comprensible, imaginemos que dios es la línea de teléfonos móviles, el hecho de recibir línea, las ondas. Por ende, las compañías de teléfono serían las religiones que existen que entregan su amor y dinero a dios.

El cristianismo sería Orange y sus tarifas serían las ramas del cristianismo. Todas las tarifas serían Orange, pero sus condiciones/creencias serían distintas, es decir, tú crees en la existencia de Jesucristo como idea principal (|| le pagas a Orange), pero tus ideas o creencias no son del todo parecidas a las de las ramas compañeras (|| tu tarifa, por mucho que le pagues a Orange puede que sea distinta a la de tus amigos)

Es decir, mientras creas en Jesucristo, da igual a qué rama pertenezcas || mientras pagues a Orange, da igual qué tarifa tengas.

Me hago un contrato con la tarifa "Creo solo en dios" || Me bautizo en una rama en la que solo cree en la existencia de dios
Me hago un contrato con al tarifa "Creo en dios + la virgen" 
Me hago un contrato con el pack ahorra "Creo en dios + la virgen + en el niño Jesús" por un módico precio que será destinada a la Banca del Vaticano.

Como dije antes, las tarifas serían las ramas de la misma creencia, da igual qué tarifa tengas porque siempre le pagarás a Orange.

Más adelante, salió la pregunta: "¿Entonces daría igual que fuese católico y judío?"

En ese caso estaríamos hablando de compañías de teléfono distintas, suponemos que el judaísmo es Vodafone porque es más cara, en este caso, el cristianismo y el dios que lo representa (su tributo de la compañía naranja) se enfadarían y un cura te llamaría por teléfono diciendo que irás al infierno y un rabino te hará una contraoferta diciéndote que en el Seno de Abraham se está mucho mejor.

Aunque la comparación sea una reducción a lo absurdo, me he hecho entender (creo) y tampoco hay muchas diferencias, bueno, a primera vista diría que hay una gran similitud y una gran diferencia. La gran similitud es que las dos (religión, telefonía móvil) te venden cosas haciéndote creer que son necesarias para tu vida diaria, pero por rompes una lanza a favor de la telefonía móvil, ellos solo te obligan a estar con ellos 18 meses, si no tienes que pagar una penalización por incumplir la permanencia. Mientras tanto, la religión siempre te hará pagar la permanencia de ir al infierno si te vas.

Álvaro Brown