El otro día, tuve una de las conversaciones más interesantes, no por su contenido, ya que qué podemos esperar de una conversación con un niño de seis años que este año entraba en primaria y estaba contento porque, por fin, su hermana pequeña iba a estar en el mismo colegio con él; sino por lo que saqué de ella. De ella descubrí que el tiempo y la edad nos iba regalando una cosa que cuando somos pequeños es invisible para nosotros. El tiempo nos otorga el regalo del miedo.
Después de esa conversación, que duraría alrededor de una hora, me di cuenta momento por momento de que el tiempo nos aterroriza, no por el paso de él en sí, sino porque nos da unos valores de inseguridad ante todo en la vida.
Una de las cosas que el niño me contaba, era que el padre estaba pintando la fachada de su casa y que después le iba a poner un arnés para que él se pudiese subir a la azotea de su casa por el andamio. Si yo fuera un amigo suyo de su edad, inmediatamente hubiese pensado: "¡qué guay, yo también quiero!", pero no, pensé (y le contesté): "pues ten cuidado, no te vayas a caer", tras esas siete palabras me di cuenta que he envejecido en cuanto a miedo me concierne.
Tras esa conversación, empecé a analizarme en todo lo que le decía a un niño chico: "ten cuidado con la pelota, no vayas a romper algo", "mira a los dos lados antes de cruzar la calle", "no corras con las tijeras" o "no bajes las escaleras corriendo" han sido una de las perlitas que he podido soltar en estos últimos días a mis vecinos, primos y niños chicos que han pasado por el trabajo.
Gracias a estos niños chicos me he propuesto algo a conseguir en poco tiempo( cuanto antes mejor), gracias a estos niños chicos he empezado un análisis completo de cosas de mí que no me gusta y que voy a intentar cambiar.
Tiempo, hoy te propongo un reto. Me da igual que me rompa la cabeza, que mis intentos sean inútiles, no voy temer romperle el corazón a alguien o, mucho peor, que me lo rompan a mí. Hoy, Tiempo, me propongo devolverte el regalo más grande y más inútil que me han podido hacer alguna vez. Hoy, Tiempo, me propongo a devolverte el miedo que me has regalado tras veintiún años.
Hoy, Tiempo... no me voy a calentar más la cabeza.
Álvaro Pan